El próximo 18 de enero, se cumplirán cuatro años del fallecimiento de Fernando Báez Sosa en Villa Gesel a manos de una pandilla de rugbiers. Para sus padres, son cuatro años de estar «muertos en vida». El hecho ocurrió en el local bailable, clausurado desde ese momento «Le Brique». Los imputados fueron 8 de los cuales 5 fueron condenados a cadena perpetua y tres a 15 años de prisión.

En medio de un dolor que no cesa, procuran mantener sus fuerzas en una incansable búsqueda de justicia. En una entrevista con Carmen Barbieri, Graciela expresó: «Me veo rendida, sin ganas. A veces pienso que mi única solución es la muerte», cuenta como vio en el juicio reiteradas veces los vídeos el momento en que atacan a su hijo. Vio cómo Fernando levantaba la mano pidiendo piedad en sus últimos alientos, y los rugbiers no paraban, seguían y seguían, según explicó. Además, relató que los ocho asesinos le gritaban «negro, levantate, negrito».

Afirma que a veces tiene ganas de volver un minuto a su vida de antes, donde eran felices los tres pero nunca va a ser lo mismo porque Fer no está. Graciela solo pide justicia para que su hijo pueda descansar en paz porque hoy se apoderaron de su mente, ya que no puede dormir, siente que se le detuvo el tiempo, hay días en los que no quiere vivir más.

Durante la entrevista, Graciela recuerda cómo fue el día que Fernando salió de su casa para sus vacaciones. Le pidió que le saque una foto y le dio un abrazo y beso diciéndole que la quería. Además, el día de la fiesta cuenta cómo en una llamada lo escuchó feliz antes de que pase lo peor.

Además, reveló que ninguno de los padres de los agresores se ha comunicado con ella para pedir disculpas. Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Luciano Pertossi, Enzo Comelli, Matías Benicelli, Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi cumplen actualmente condena por el crimen de Fernando. A pesar de la gravedad del suceso, Graciela Sosa expresó que hasta el momento no ha recibido ni un llamado ni un pedido de perdón por parte de los padres de los agresores. Con lágrimas en los ojos, recordó las imágenes del ataque a su hijo y compartió la impotencia de no poder haberlo protegido.