La crononutrición es un campo que estudia cómo el momento en que comemos puede influir en nuestra salud y en la gestión del peso. Muchos expertos sugieren que es importante ajustar nuestras comidas al ritmo natural del cuerpo, lo que incluye evitar comer después de que oscurece. Este enfoque considera el ciclo circadiano y cómo la alimentación puede afectar la producción de hormonas relacionadas con el hambre, la saciedad, el sueño y otros procesos corporales. Una práctica relacionada es el ayuno intermitente, que busca un «reposo digestivo» de al menos 12 horas. Lo que «permitiría» que el sistema digestivo descanse y se regule de manera más efectiva.

María Cecilia Ponce (MN 3362), experta en nutrición, destaca que el ayuno intermitente no solo se trata de reducir calorías por razones estéticas o de peso. Sino de inducir procesos de reparación y desintoxicación celular. Hay diferentes tipos de ayunos, desde 12 hasta 24 horas, cada uno con efectos específicos en el metabolismo.

Un estudio publicado en la revista Cell Metabolism reveló que el ayuno intermitente no solo puede ayudar a perder peso, sino también a reducir la inflamación. También a mejorar la tolerancia a la glucosa y aumentar la sensibilidad a la insulina. Además, favorece procesos como la apoptosis y la autofagia, que son esenciales para la salud celular y el metabolismo adecuado a largo plazo.

En el contexto de una dieta para perder peso, no solo importa el momento de las comidas, sino también la calidad de los alimentos. La cena, por ejemplo, debe ser ligera y nutritiva, evitando alimentos ultraprocesados y calóricos. Se recomienda opciones como huevos cocidos, choclo, pollo con puré de calabaza, queso con nueces, humus con verduras y pescado. Las cuales son fuentes de proteínas saludables y nutrientes beneficiosos para la salud.