El auge de los productos orgánicos en los supermercados ha generado un debate constante sobre si realmente aportan beneficios adicionales a la salud en comparación con sus contrapartes convencionales. A pesar de que los alimentos orgánicos suelen ser más caros, muchos consumidores se preguntan si la inversión adicional justifica sus potenciales ventajas nutricionales. Según expertos, la respuesta no es tan simple y dependerá de múltiples factores.

La diferencia de precio entre los alimentos orgánicos y los convencionales se debe principalmente a las estrictas regulaciones establecidas por el Departamento de Agricultura para los productores orgánicos. Estos productos deben cultivarse sin el uso de pesticidas y herbicidas sintéticos, y los productos de origen animal deben provenir de animales criados sin hormonas de crecimiento ni antibióticos, además de no emplear ingeniería genética.

Sean Svette, dietista y director del programa de nutrición y dietética de la Universidad de Colorado Springs, explica: “Uno de los motivos por los que los alimentos orgánicos pueden ser más caros es que su producción sin pesticidas ni herbicidas sintéticos requiere más mano de obra. Por ejemplo, un agricultor orgánico que no utilice un herbicida potente puede tener que contratar a más trabajadores para eliminar las malas hierbas”.

Los costos más altos significan más nutrientes

En términos de macronutrientes como proteínas, carbohidratos y grasas, Lizzy Davis, profesora adjunta de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Alabama en Birmingham, señala que no existen diferencias significativas entre los alimentos orgánicos y los no orgánicos. “No hay diferencias en macronutrientes entre los alimentos ecológicos y los convencionales”, afirma Davis.

Sin embargo, algunos estudios han encontrado pequeñas variaciones en micronutrientes como vitaminas, minerales y ciertos antioxidantes. Por ejemplo, investigaciones han sugerido que arándanos y maíz ecológicos podrían contener niveles ligeramente superiores de antioxidantes en comparación con sus versiones convencionales. No obstante, Davis añade: “Estos hallazgos no han sido consistentes y no se ha demostrado que estas diferencias sean lo suficientemente significativas como para impactar la salud de manera notable”.

Los alimentos ecológicos reducen el riesgo de enfermedad

La evidencia sobre los efectos a largo plazo de consumir alimentos orgánicos en la salud es mixta. Un estudio de 2018 en Francia con alrededor de 70,000 adultos encontró que quienes consumían alimentos orgánicos con mayor frecuencia tenían un 25% menos de diagnósticos de cáncer en comparación con aquellos que nunca consumían alimentos orgánicos. En contraste, un estudio anterior realizado en el Reino Unido con aproximadamente 623,000 mujeres de mediana edad no encontró diferencias significativas en las tasas de cáncer entre quienes consumían productos orgánicos y quienes optaban por los convencionales.

Irene Mathieu, profesora asociada de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia, explica: “Los resultados contradictorios pueden deberse a que quienes consumen alimentos orgánicos regularmente tienden a tener dietas y hábitos más saludables, además de mayores ingresos, lo que complica la atribución directa de beneficios a los alimentos orgánicos por sí solos”.

Otros estudios sugieren que el consumo de alimentos ecológicos podría estar relacionado con un menor riesgo de diabetes, obesidad y cardiopatías, aunque estos estudios tampoco han establecido una relación de causa y efecto definitiva.

Vale la pena pagar por los alimentos orgánicos

La preocupación por la exposición a pesticidas es uno de los principales motivos por los que las personas eligen productos orgánicos. Aunque los alimentos orgánicos no están completamente libres de pesticidas y herbicidas, estos son generalmente de origen natural y no sintético. Sean Svette comenta: “No hay pruebas sólidas de que los niveles de pesticidas sintéticos a los que estamos expuestos al consumir alimentos no orgánicos puedan causar daño significativo a corto plazo, pero la exposición prolongada a altos niveles sí puede ser perjudicial, especialmente para los trabajadores agrícolas”.

Davis agrega que lavar y fregar frutas y verduras con agua corriente puede ayudar a reducir, aunque no eliminar completamente, las trazas de pesticidas en la superficie de los alimentos. Además, recortar las capas externas de las verduras de hoja verde puede minimizar la ingestión de estos químicos.