El aumento del precio de la carne es inestable y registra aumentos que impactan en el bolsillo de los consumidores y paralelamente se registra una baja importante en el consumo de varios cortes de carne vacuna en un contexto de pérdida de poder adquisitivo por la inflación.

El incremento de entre 35% y 40% que en la última semana tuvieron el novillo, el novillito y la vaquillona en el Mercado Agroganadero de Cañuelas , ya comenzó a verse en los mostradores, pero según los representantes del sector, los aumentos no se trasladaron de manera directa con el fin de evitar conflictos con los consumidores.

“Sin duda los nuevos precios se irán notando poco a poco durante todo febrero, ya que no se puede cobrar un día $1200 el kilo de asado y $1700 al día siguiente, por más que ese haya sido el incremento”, explicó Miguel Schiariti, presidente de la Cámara de la Industria y el Comercio de la Carne y Derivados de la República Argentina (CICCRA).

Debido a la sequia  y al salto en el precio del maíz –material de engorde en los feedlots que pasó de $15.000 a $50.000 la tonelada- Schiariti comentó que se trataba de un incremento que esperaban desde octubre. Sin embargo, debido a la imposibilidad de mantener a los animales, hubo una sobreoferta que planchó el precio. Hasta ahora es cuando comenzó a sentirse la escasez, así como la baja calidad de los animales que llegan, con el consiguiente impacto en el costo.

En ese escenario, el economista Martín Burgos sostuvo que “la suba de la carne va a tener impacto en la inflación de febrero”. “Pero estos aumentos eran esperables: venía muy retrasada con respecto de otros productos, que subieron mucho más”, remarcó