El Banco Mundial presentó un informe titulado «Las trampas de la pobreza en Argentina«, en el cual analiza la situación actual de la pobreza en el país, que alcanzó al 52,9% de la población en el primer semestre. El organismo identificó que el aumento del gasto público logró reducir la pobreza en ciertos momentos. Sin embargo, existe una dinámica económica que obstaculiza la capacidad de los hogares pobres y de los segmentos medios para generar y sostener ingresos.

Según el estudio, se espera que, a partir de la baja de la inflación y la recuperación del salario, el índice de pobreza en el país sea inferior al 50% en el tercer trimestre. Sin embargo, la contracción de los ingresos laborales explicó el 60% del aumento en la tasa de pobreza entre 2016 y 2023. Los ingresos laborales perdieron importancia respecto a los ingresos no laborales. Pasando de representar el 64% del ingreso total de los hogares más pobres en 2016 al 58% en 2023. En contraste, las transferencias públicas se incrementaron del 19% al 27% en el mismo período.

El informe argumenta que el establecimiento y la expansión de un sistema de transferencias sociales y mecanismos de protección social «pueden considerarse como la construcción de muros sólidos de una infraestructura para la reducción de la pobreza, tal sistema se ha erigido sobre arenas movedizas. Por ejemplo, desequilibrios macroeconómicos, una política fiscal insostenible, incentivos distorsivos para la inversión y la generación de empleo. Además, de una mala asignación de los recursos productivos».

Lourdes Rodríguez Chamussy, autora del reporte y economista senior del Banco Mundial, brindó declaraciones. «Argentina presenta el paradójico caso de una persistencia de la pobreza aun cuando cuenta con buenos programas y políticas públicas orientados a reducirla». Y agregó: «Aún en momentos de crecimiento económico, la pobreza no descendió de un piso de 25%«.