La relación entre los perros y los seres humanos ha evolucionado drásticamente en las últimas décadas. De compañeros de caza y vigilantes incansables, los perros modernos se han convertido en miembros integrales de la familia, adoptando un estilo de vida más sedentario. Este cambio ha captado la atención de la comunidad científica, que sugiere que los perros están atravesando una nueva fase evolutiva.

Un estudio dirigido por el profesor de antropología evolutiva de la Universidad de Duke, Brian Hare, y Vanessa Woods, gerente del programa Duke Puppy Kindergarten, revela que los perros actuales están desarrollando adaptaciones biológicas y cognitivas para encajar mejor en el mundo contemporáneo. Publicado en The Atlantic, el estudio indica que los perros, especialmente aquellos entrenados como animales de servicio, están adquiriendo características que los preparan para la vida en el siglo XXI, marcando lo que podría considerarse una tercera ola de domesticación.

Rapidez de los cambios evolutivos

Lo sorprendente de este hallazgo es la velocidad con la que han ocurrido estos cambios. En solo una generación, los humanos han transformado las condiciones de vida de sus perros, obligándolos a adaptarse a entornos urbanos y menos salvajes. Hare explica: “Los lugares salvajes y abiertos donde antes los perros podían deambular se han reducido drásticamente”.

Uno de los aspectos más destacados del estudio es la comparación entre los perros domésticos y los perros de servicio. Estos últimos, entrenados para asistir a personas con discapacidades, no solo muestran mayor obediencia, sino también un nivel superior de cognición social. «Estos perros están excepcionalmente bien adaptados a las demandas del siglo XXI», afirman Hare y Woods. Su carácter calmado y disposición para interactuar con extraños los posiciona en la vanguardia de la tercera ola de domesticación. Similar a los experimentos de selección de comportamiento realizados con zorros en Rusia durante los años 50.

Perspectivas futuras y la tercera ola de domesticación

El estudio propone que estamos al inicio de una tercera fase de domesticación, caracterizada por la crianza de perros que no solo se ajusten a las demandas sociales, sino que también tengan un temperamento amigable y adaptable. «El futuro de la domesticación canina está en nuestros propios hogares», concluyen Hare y Woods. La creciente demanda por aquellos que puedan integrarse fácilmente en la vida urbana podría acelerar aún más estos cambios evolutivos. Transformando la manera en que interactúan con los humanos y su entorno.