El corazón de los Juegos Olímpicos de París 2024 estará ubicado en Saint-Denis, lugar donde aproximadamente una de cada tres personas es inmigrante, el porcentaje más alto de todo el país. Ante esa situación, el gobierno de Francia, encabezado por el presidente Emmanuel Macron decidió tomar una polémica medida en pos de la organización del emblemático evento deportivo.

Según la información que difundió el reconocido periódico estadounidense «The New York Times», las autoridades del gobierno francés enviaron a miles de inmigrantes sin hogar a bordo de autobuses y los expulsaron de París en la antesala de los Juegos Olímpicos. Los inmigrantes afirmaron que les prometieron alojamiento en otro lugar, pero que terminaron viviendo en calles desconocidas lejos de sus hogares o que los habían señalado para su deportación.

Los funcionarios del gobierno de Macron declinaron realizar declaraciones oficiales sobre el tema, pero dijeron que se trata de un programa voluntario destinado a aliviar la escasez de viviendas de emergencia en París. Los datos estadísticos son contundentes e indican que durante el último año la policía y los tribunales desalojaron a unas 5.000 personasde la «Ciudad del Amor», la mayoría de ellas hombres solteros. Las autoridades municipales los alientan a subirse a los autobuses que los llevan a ciudades como Lyon o Marsella.

En la presentación oficial de los Juegos 2024, el presidente Macron prometió que el certamen olímpico mostrarían la «grandeza»  (entiéndase también como bienestar económico) de Francia. Sin embargo, la realidad es otra y parece que la cita olímpica llegó para evidenciarla. De hecho, la Villa Olímpica, donde se alojarán los atletas, se construyó en uno de los suburbios más pobres de la ciudad de París, donde miles de personas viven en campamentos callejeros, refugios o edificios abandonados, y para conseguir la «rehabilitación» de la zona el gobierno francés ha gastado miles de millones de Euros.

Además, y por otro lado, cabe recordar las complicaciones que se previeron en la organización de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, llevando a un cambio drástico, una reducción drástica, en cuanto al número de espectadores que podían asistir. Por razones de seguridad, la apertura de París 2024, a llevarse a cabo el próximo viernes 26 de julio, pasó de tener unos 600.000 espectadores permitidos a solamente la mitad.