El regreso de Lionel Messi a las canchas tras más de un mes de ausencia es motivo de alegría. Sin embargo, no pudo ser completa, dado que su equipo quedó afuera en los octavos de final de la Copa de Francia con otra actuación opaca e igualó 0 a 0 ante el Niza y luego perdió por penales 6 a 5.

El conjunto de la Costa Azul se refugió, como es lógico ante el poderío rival, esperó abroquelado y se mostró poco permeable. El conjunto parisino, que debió hacerse cargo del juego, nunca pudo quebrar el cuantioso bloque defensivo rival y se mostró impotente.

La nota curiosa del día fue que Messi volvió a jugar oficialmente con la camiseta 10. La Copa de Francia tiene como tradición la obligación de que los titulares utilicen los números del 1 al 11 al menos hasta los octavos de final, y dado que Neymar no jugó, el rosarino utilizó su casaca.

La pulga jugó mejor en la segunda mitad que en la primera, como si hubiese necesitado un tiempo para volver a tomar ritmo de juego tras tanto tiempo fuera de las canchas y un lapso menor pero considerable sin siquiera poder entrenarse. Pero, de todas maneras, estuvo muy lejos de su nivel real. Tan sólo en los últimos minutos, con los ingresos positivos de Kylian Mbappé y Xavi Simons, el PSG realmente pudo generar peligro y estuvo cerca de ganarlo. Aunque también se desprotegió en el fondo y en algún contraataque sufrió.

De todas maneras, el conjunto dirigido por Mauricio Pochettino no pudo quebrar el marcador y la historia se definió, con mucho sufrimiento, en los penales. Messi, que ejecutó el primero, convirtió pero el arquero del Niza, Marcin Bulka le tapó un remate muy bien direccionado pero algo débil a Paredes y luego a Simons para sentenciar la eliminación.

El PSG se quedó afuera de un torneo de forma muy prematura. Los riesgos de este tipo de campeonatos son altos, especialmente para un equipo que no encuentra su nivel. Ganar no se toma más que como una obligación. En cambio, una derrota puede desatar un conflicto.