El precio de la carne vacuna acumula al menos seis meses, con aumentos por debajo de la inflación general. Este escenario se da, sobre todo, por dos factores: una caída en la demanda y un aumento en la oferta. Sin embargo, consultoras alertan que en los próximos meses este panorama podría modificarse e impactar al alza en los valores que pagan los consumidores.

Durante noviembre, de acuerdo al Índice de Precios al Consumidor (IPC) que mide el INDEC, el rubro “carnes y derivados” subió 0,9%. De esta manera, acumuló un 57,6%, en los primeros once meses del año. Muy por debajo de los datos que tuvo la inflación general en la misma región del país: 5% mensual y 85,3% acumulada en el año. Según relevamientos privados, esta tendencia se mantuvo en lo que va de diciembre. La consultora LCG, informó que en la tercera semana de diciembre, previo a Navidad, las carnes aumentaron un 0,9%. Mientras que, el promedio general de la suba en la canasta, fue del 3,2%.

El menor incremento en la carne vacuna contuvo, de alguna manera, la inflación del mes pasado. Es que, tal como remarcaron desde Ecolatina, “su peso es de casi 5% en el IPC y representa el 15% dentro de Alimentos y bebidas. Por lo que el impacto de las variaciones de su precio, sobre el gasto de las familias, no es menor”.

Alarmas en el futuro cercano

La mayor oferta actual presenta riesgos de mediano plazo, con un impacto potencial sobre los precios”, destacaron desde Ecolatina. “El adelantamiento, tanto de la salida de animales de los campos como de la zafra, sumado a que en escenarios de sequía cae la tasa de preñez y destete, provocarían una menor oferta en el futuro. Que a la vez llegaría con menos kilos logrados producto de la pérdida de rentabilidad de los feedlots. La falta de lluvias también dificulta la posibilidad de cría, ante un mayor porcentaje de vacas vacías. Entonces, por su estado físico, no solo no ingresan al ciclo reproductivo, sino que tampoco pueden criar a los terneros”.

Esta menor oferta, en consecuencia, podría traducirse en un incremento del precio que paga el consumidor. Una corrección que, para recuperar lo perdido en los últimos seis meses, debería ser de algo más del 30%. De todas formas, la cifra dependerá también de cómo se encuentre entonces la demanda, que continúa contrayéndose mes a mes en comparación con años previos.